La OMS declaró que la obesidad infantil socava el bienestar físico, social y psicológico de los niños y es un conocido factor de riesgo para la obesidad en la edad adulta, así como las enfermedades cardiovasculares.
8 de cada 10 niños con obesidad, persistirán con obesidad en la edad adulta.
Dado que la obesidad es una enfermedad completamente prevenible, es imperativo actuar ahora para mejorar la salud de esta generación y las siguientes.
PREVALENCIA
La prevalencia según la Federación Internacional de Obesidad en el 2020 demuestra que casi el 20% de la población infantil la padece. En el 2016 la OMS publicó que había más de 41 millones menores de 5 años con sobrepeso u obesidad y más de 340 millones de niños y adolescentes entre 5 a 19 años.
CAUSAS DE LA OBESIDAD INFANTIL
Se sabe que la causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre las calorías consumidas y las gastadas. Esto se debe a que los alimentos consumidos en exceso son de alto contenido calórico, es decir son ricos en grasas y azúcares y además hay una disminución de la actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria.
Debemos entender que esta enfermedad crónica, es decir que se desarrolla con el paso de los años, es compleja y determinada por la interacción de múltiples factores genéticos, familiares, sociales, culturales, conductuales y ambientales.
Factores de riesgo de la obesidad infantil
COMPLICACIONES
Dentro de las complicaciones asociadas a la obesidad infantil están las siguientes:
ESTRATEGIAS PREVENTIVAS
El pediatra tiene un papel esencial en la detección precoz del sobrepeso y la obesidad, así como de los factores y poblaciones de riesgo. Es por esto por lo que se recomiendan visitas periódicas con el pediatra hasta finalizar la adolescencia, dado que la promoción de estilo de vida saludable y prevención de enfermedades crónicas, también son parte del chequeo de los niños.
Temas que deben ser abordados en una visita con su pediatra:
ABORDAJE TERAPÉUTICO
La base fundamental del tratamiento es la instauración de un programa multidisciplinario a largo plazo que incluya: educación nutricional, aumento de la actividad física y modificaciones de la conducta de la familia y entorno del paciente. Si es necesario, derivar la atención especializada con nutricionistas, endocrinólogos, y/o psicólogos entre otros.